Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca.Apocalipsis 1.3.
¡COMO oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión! Derribó del cielo á la tierra la hermosura de Israel, Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira.
2
Destruyó el Señor, y no perdonó Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob: Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, Deslustró el reino y sus príncipes.
3
Cortó con el furor de su ira todo el cuerno de Israel Hizo volver atrás su diestra delante del enemigo Y encendióse en Jacob como llama de fuego que ha devorado en contorno.
4
Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, Y mató toda cosa hermosa á la vista: En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.
5
Fué el Señor como enemigo, destruyó a Israel Destruyó todos sus palacios, disipó sus fortalezas: Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y lamento.
6
Y quitó su tienda como de un huerto, Destruyó el lugar de su congregación: Jehová ha hecho olvidar en Sión solemnidades y sábados, Y ha desechado en el furor de su ira rey y sacerdote.
7
Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario, Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios: Dieron grita en la casa de Jehová como en día de fiesta.
8
Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sión Extendió el cordel, no retrajo su mano de destruir: Hizo pues, se lamentara el antemuro y el muro fueron destruídos juntamente.
9
Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos: Su rey y sus príncipes están entre las gentes donde no hay ley Sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.
10
Sentáronse en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión Echaron polvo sobre sus cabezas, ciñéronse de saco Las vírgenes de Jerusalem bajaron sus cabezas a tierra.
11
Mis ojos desfallecieron de lágrimas, rugieron mis entrañas, Mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, Cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
12
Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, Derramando sus almas en el regazo de sus madres.
13
¿Qué testigo te traeré, ó á quién te haré semejante, hija de Jerusalem? ¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión? Porque grande es tu quebrantamiento como la mar: ¿quién te medicinará?
14
Tus profetas vieron para ti vanidad y locura Y no descubrieron tu pecado para estorbar tu cautiverio, Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.
15
Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti Silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalem, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?
16
Todos tus enemigos abrieron sobre ti su boca, Silbaron, y rechinaron los dientes dijeron: Devoremos: Cierto éste es el día que esperábamos lo hemos hallado, vímoslo.
17
Jehová ha hecho lo que tenía determinado, Ha cumplido su palabra que él había mandado desde tiempo antiguo: Destruyó, y no perdonó Y alegró sobre ti al enemigo, Y enalteció el cuerno de tus adversarios.
18
El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sión, echa lágrimas como un arroyo día y noche No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.
19
Levántate, da voces en la noche, en el principio de las velas Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor Alza tus manos á él por la vida de tus pequeñitos, Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
20
Mira, oh Jehová, y considera á quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?
21
Niños y viejos yacían por tierra en las calles Mis vírgenes y mis mancebos cayeron a cuchillo: Mataste en el día de tu furor, degollaste, no perdonaste.
22
Has llamado, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo: Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó